Todas aquellas personas que están relacionadas con el mundo de la industria saben muy bien qué son las pruebas FAT y SAT, cuya función va destinada a que las máquinas, mecanismos, cuadros eléctricos, etc., funcionen a la perfección.
Ambas son muy necesarias, ya que benefician tanto a los proveedores como a los clientes finales, ahorrando mucho tiempo y problemas de funcionamiento.
¿Qué son las pruebas FAT?
FAT son las siglas de Factory Acceptance Test, que traducido al español es algo así como pruebas de aceptación en fábrica, lo que quiere decir que se llevan a cabo en las instalaciones del proveedor, de quien diseña y construye la máquina.
Cuando se hace un dispositivo para la industria todo funciona sobre el papel y en simulaciones, pero la vida real es otra cosa y por eso, antes de que vaya a las instalaciones del cliente se tiene que probar bien.
De hecho, las pruebas FAT se hacen de acuerdo con quien ha comprado el equipo, que puede estar presente o no en el momento en que se realizan, pero que siempre va a recibir un informe con los resultados.
Para llevarlas a cabo se crea una lista de verificación que se consensua entre el cliente final y la empresa que ha diseñado el sistema, de forma que se van probando todos los puntos que hay en el documento.
Por ejemplo, se hacen pruebas de estrés, se comprueban los sistemas de seguridad, las alarmas, si el software actúa tal y como se pensaba, cómo funciona la parada manual y el reinicio, etc.
Aquí es posible un resultado negativo en alguna de las pruebas, de manera que no se supera el test, algo que es muy normal en este mundo, y de hecho para eso se verifican todos estos puntos.
¿Qué ocurre si un equipo no pasa las pruebas FAT?
En este caso se genera un informe, que se da al cliente, y se arregla el fallo. Tras esto, no se lleva el equipo a las instalaciones del comprador, sino que se repiten todas las pruebas, con el fin de ver si el error se ha corregido de manera definitiva.
Puede parecer un problema para los fabricantes de maquinaria, pero en realidad no lo es, puesto que evita que tengan que hacer arreglos posteriores a la vez que previene crisis de reputación o imagen, ya que nadie quiere ser el que vende máquinas para la industria que no funcionan.
¿Qué son las pruebas SAT?
Una vez que se han pasado las pruebas FAT, llega el turno de las SAT, que son las de aceptación en fábrica.
Esto quiere decir que una vez que el equipo demuestra funcionar de forma correcta en el lugar en el que se ha construido, llega el momento de trasladarlo a su ubicación final y probarlo en circunstancias reales.
Son muy similares a las FAT, pero ya dentro del proceso de fabricación y, al igual que las otras, se hacen mediante una lista de verificación que se crea con el acuerdo del fabricante y del cliente, que aquí sí que está presente siempre.
Aunque el equipo ya ha demostrado funcionar, uno de los principales motivos de hacer las pruebas SAT es comprobar que no ha sufrido daños durante el transporte, algo que suele ser común en especial en máquinas que tienen que estar bien calibradas, las cuales pueden estropearse con un simple golpe.
Los entornos reales son más duros que los de pruebas y aquí es donde se ve de manera definitiva si las máquinas cumplen con la función para las que han sido diseñadas.
De nuevo, y aunque hayan pasado las pruebas FAT, se pueden presentar fallos que se corrigen de manera conjunta, para dejar los equipos funcionando perfectamente y generando dinero al cliente, que es de lo que se trata.
¿Qué beneficios tienen estas pruebas?
El mundo de los equipos industriales es muy complejo, en especial algunos como los automatismos, puesto que aunque se diseñan máquinas estándar, en muchos casos se tienen que desarrollar a medida.
Pese a que se compren equipos que se desarrollan más o menos en serie, lo cierto es que los procesos de fabricación pueden ser muy distintos, de manera que no es raro que haya que adaptarlos a cada empresa.
Así, las dos pruebas son muy beneficiosas, pues con ellas ambas partes se aseguran de que no habrá problemas una vez que las máquinas empiecen a funcionar gracias a los test que se han hecho.
Además, no hay que olvidar que ahorra una gran cantidad de dinero, pues se evita mover un sistema (los cuales no suelen ser livianos) que no funciona bien, y no hay que pagar desplazamientos de los técnicos ni el transporte de vuelta de la maquinaria.
Por la parte del cliente final también se evitan pérdidas económicas, pues no pueden tener las máquinas paradas por un mal diseño o funcionamiento.
No son obligatorias
Tanto las pruebas FAT como las SAT no son obligatorias, ya que no hay ninguna ley que exija que se hagan.
A pesar de ello, se puede decir que se han convertido en un estándar en el mundo de la industria, puesto que los clientes las piden y los fabricantes de equipos las ofrecen como una muestra de que confían en aquello que venden.
De este modo, hoy día es casi impensable que un equipo vaya de las instalaciones del fabricante a las del cliente sin haber pasado por estas pruebas que aseguran el buen funcionamiento.
Ya sabemos qué son las pruebas FAT y SAT, son imprescindibles en la industria, en especial cuando se trata de equipos complejos como los automatismos. Contacta con nosotros si quieres conocer más sobre estos dispositivos y cómo llevamos a cabo las pruebas en ellos.